29 abril 2008

La Falsa Promesa del Golden Gate


Más gente ha decidido acabar con sus vidas en el Golden Gate que en cualquier otro sitio en el mundo y gracias al documental The Bridge de Eric Steel podemos adentrarnos en esta "triste canción que nos hace sentir bien".

Amalgamando entrevistas a familiares, testigos e incluso con un superviviente, con imágenes escalofriantes de suicidios verdaderos, The Bridge es una rara película sobre las esquinas oscuras del alma, y digo rara porque aborda un tema delicado sin moralizar, ni criticar, ni buscar soluciones. Inspirado en el artículo "Jumpers" (publicado en el New Yorker), este documental comienza con un montaje a plena luz del día, mostrando los transeúntes, turistas, gente que pasea en bicicleta, los barcos que pasan bajo el puente, los pelícanos que revolotean alrededor. De pronto un hombre mayor sobrepasa la barrera y se lanza. La cámara lo sigue hasta que un "splash" marca el final de su vida. El director no se regodea en lo morboso. Vemos que lanzan una bengala y se acerca la guardia costera, pero no su cadáver. El primer entrevistado cuenta que le preguntó a los guardias del puente si habían visto algo parecido.

"pasa todo el tiempo", fue lo que le respondieron.

A medida que avanza la película vamos conociendo las historias de quienes se lanzaron durante el 2004, año en el que Eric Steel plantó dos cámaras para filmar a diario el famoso puente, y poco a poco se nos descubre un cuadro clínico deprimente: las personas ya estaban "idas" antes de lanzarse. Y es que hay que estar muy atribulado para contemplar y optar por una caída de 4 segundos en la que alcanzas los 120 KpH y mueres por el impacto o arrastrado por las corrientes. Pero The Bridge no va sobre los datos científicos, ni sobre la especulación de por qué lo hicieron. Perdería fuerza si intentara desenmarañar el misterio. Es una meditación sobre cuál puede ser nuestra responsabilidad para con los seres queridos y sin ser adoctrinante, formula unas preguntas muy interesantes, teniendo en cuenta que para muchos de los que saltaron, sus cuerpos eran cárceles y parecía que simplemente no estaban hechos para este mundo. Como siempre pasa con este tema, jamás sabremos si una solución tan condundente les convenía o no.

Para mí, lo mejor de esta película, sin embargo, es la tolerancia cero para con la pendeja falsa promesa de una muerte "romántica" por medio del suicidio. Una entrevistada lo dice bastante bien: "¿de qué le sirvió a mi amigo acabar de una forma tan espectacular? Está muerto. Punto. A él no le sirve de nada tener eso al final de su vida." Nuestra cultura está empeñada en mitificar este acto, en otorgarle una trascendencia donde no la hay. Es lamentable, si de bolas, pero opino que está sobrevalorada: ¿por qué los artistas se hacen más interesantes y venden más si se suicidan? The Bridge destruye el mito (tal vez sin habérselo propuesto) con unas imágenes tan simples que acojonan: En una panorámica vemos la cotidianidad californiana, a los pocos instantes notamos un blanco salpicar de agua, y pasado ese segundo, sigue el bullicio, el ir y venir de embarcaciones, y la vida misma que apabulla con su constante tiempo presente. No hay más nada allá del suicidio, sólo el ciclo inevitable de la vida y la muerte del cual no escaparemos ninguno. Ni más ni menos. Un suicida, por ende no tiene nada de espectacular, pero su muerte tampoco es insignificante. Quienes le sobreviven quedan angustiados ante la imposibilidad de saber si hicieron todo lo que pudieron o si haberlo evitado hubiese servido para algo, marcados para siempre con el único consuelo de esperar que sus seres queridos estén en paz.

Como dije al principio, es un relato triste que te hace sentir bien.

Ya para cerrar, me gustaría hacer mención de la dimensión moral del proyecto. En las notas de prensa se habla de una petición formal por construir una barrera que evite tantos saltos, la cual ha sido desestimada por las autoridades, quienes alegan problemas de costes y de cambios antiestéticos, pero no nos engañemos, pues Eric Steel necesitaría y anhelaría unos cuantos saltos mortales para condimentar su relato (y uno no puede evitar imaginar el "corte, se imprime!" cada vez que pillaban a uno). ¿Debemos condenarlo por tan sórida misión? Yo digo que no. Para mí, estas personas eligieron una muerte llamativa, en un sitio público, cundido de turistas, a plena luz del sol. Explíquenme cómo las cámaras podrían representar una invasión a su privacidad. Además, están muertos. ¿en qué les afecta?

Ya para terminar, sepan que no estamos ante un snuff film, pues no hay regodeo en las imágenes (aunque concedo que esta apreciación es muy personal y subjetiva, y que para muchos pueden resultar difíciles del ver: de hecho, la toma final casi me hizo llorar). The Bridge te va a sacudir el alma y te pondrá a meditar sobre qué harías si supieras que alguien que quieres te confesara sus intenciones de suicidarse. ¿Existen líneas que no debemos cruzar? ¿implica amar dejar ir o todo lo contrario? no es fácil. It's one hell of a film. Altamente recomendable.

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