semejante belleza salió de la boca de Michael Richards, y a mí se me quitaron las ganas de ver DVDs de Seinfeld por un buen rato. Creo que nada lo justifica.
Ahora, no voy a resumir el incidente, que hace rato es vox populi, pero quiero agregar que los individuos que lo interrumpieron son unos malditos farsantes también. En este artículo http://www.nydailynews.com/front/breaking_news/story/474580p-399219c.html, el par de balurdos, a los cuales ni quiero nombrar, dicen que se sintieron atemorizados y exigen una indemnización monetaria. Y no se trata de que les devuelvan el precio de sus entradas (que bien podrían exigir), sino desangrar a Kramer, cosa que no hace falta porque él sólo se suicidó la carrera artística que tenía.
Para no dejarles con tan mal gusto, algo de humor:
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