2007 en Cine: Parte 3 - Lo Mejor

Me ha tomado mucho tiempo escribir este resumen porque no tenía ni 10 películas para poner en "lo mejor de", y no es que el año haya estado mal, es que no lo sé. La razón por la que no lo sé es porque no fui tanto al cine y aún no me he enganchado en lo de bajarme películas por internet. Así que esta lista de lo más destacado del 2007 en el séptimo arte va con trampa, o lo que es lo mismo: las mejores películas que ví por primera vez durante los últimos 360 y pico de días, independientemente del año que fuesen. Y para dejar claro de por dónde van los tiros, les digo que lo más memorable fue The Proposition. Pero ya llegaremos ahí.

Segunda aclaratoria: en este resumen faltan filmes que tienen muy buena pinta, pero que aún no he visto y me temo sean de verdad lo mejor del 2007. A vuelo de pájaro, éstas son: There Will Be Blood, No Country For Old Men, Sweeney Todd, Knocked Up, I'm Not There, The Darjeeling Limited, Before the Devil Knows You're Dead, Parallel Worlds Parallel Lives, Eastern Promises, Le Scaphandre et le papillon, Indigènes....

Ahora sí. Escuchen.

El 2007 trajo consigo muchas alegrías audiovisuales, como el DVD que me regaló mi hermano por mi cumpleaños. Hablo nada más y nada menos que de.... (redoble de tambores, por favor....) Commando! director's cut, sin duda el DVD del año, pues la gente de Fox ha tenido el detalle de incluir un track en "spanish mono" con el mejor doblaje de la historia (nota para los no iniciados: cuando digo "mejor doblaje" me refiero a que es tan malo que es bueno). Ahora puedo disfrutar de las mejores líneas de el Gral. F. Kirby, Sully, Cooke, Arius y por supuesto Bennett (el gran Vernon Wells) cada vez que quiera sin tener que esperar a que sea domingo y la pasen por RCT... (oops). Por si fuera poco, los contenidos adicionales son un lujo. Cómprensela.

Otra comedia accidental fue el documental sobre Metallica Some Kind of Monster (2004), que parece una secuela de Spinal Tap, y se hace cada vez más adictivo a medida que avanza y parece que los rockers van a matarse a insultos disfrazados. Hablando de risas, ninguna otra película me hizo reír tanto como Hostel II, aunque dudo que el chiste se traduzca al texto. Lo que pasó es que la alquilamos e invitamos a mi prima a verla. Y ok, sepan que mi esposa y mi prima se cagan mucho del miedo. Mucho. Escuchen: pusimos Hostel II (que, en serio, es muy superior a la primera y eso ya son puntos extra) y en lo que salió la primera gota se sangre, pegaron un grito al unísono. Claro, en seguida la "gota de sangre" se convirtió en un sangrero, así que los gritos pasaron de ser sincronizados y puntuales a todo un dolby de alaridos. Nuestro Indiana ya no pudo más. Caminó con su usual parsimonia, se colocó entre el televisor y nosotros, y comenzó a maullar a todo volumen en compañía de las chicas. No hacía falta tener un babel fish para entenderlo: "Joder, que estrés, déjenme dormir!" (bien pudo habernos maullado "Por qué no se callan", pero él nos quiere y es incapaz de decirnos una frase reservada sólo para el verrugas...)

Una nota adicional sobre Hostel II. Sus detractores (que son algo así como miles y miles) se acunaron el término "torture porn" para crucificar a Eli Roth, el director. Basan sus quejas en el supuesto machismo de la película. Pura paja. Como siempre, primero porque olvidan que las víctimas de la primera parte eran tíos (nadie le acusó de feminista, pero sí de aburrido) y segundo porque una de estas tías patea traseros a lo Marion Ravenwood, Sarah Connor o Ellen Ripley. Bueno, me pasé. No tanto, pero tampoco es una ochentera. Tercero porque ¿en qué momento se nos indica que debemos tomarnos esto en serio?

Eso de la "pornografía de tortura" raya en sobredosis de "políticamente correcto". No podemos aceptar que tilden a Hostel de esto (como si fuera la primera! Ja! qué pena, Tobe Hooper o Deodato, que no se acuerden de vosotros...!), y no porque sea una obra culminante, sino porque son tonterías conservadoras que, de tener rienda suelta, terminarían por imponer una censura mucho más pendeja de la que ya tenemos: imaginen sino, que un drama pasaría a ser "other people's suffering porn" (pornografía del sufrimiento ajeno). ¿Y qué del slapstick? "Pornografía de ver cómo Los Tres Chiflados se llenan la cara de hostias..." Penoso.

Hablando de hostias, las mejores del año fueron las de 300, también criticada a más no poder, por gente que no entendió la gracia de esta divertida hipérbole de heroísmo marinada en pop. Fue una grata sorpresa. Zack Snyder se levantó como promesa del año tras cámaras (empate técnico con el español J.A. Bayona) y Gerard Butler como héroe de acción. Un amigo comentó que esta película era el equivalente a estar en el colegio y ver a dos amiguetes caerse a golpes. Otro comentó que si Chuck Norris la hubiese protagonizado se llamaría "1". Mi otra selección del lado más escapista del cine es Ocean's 13 de Steven Soderbergh, que clausura la saga de ladrones por todo lo alto. Imagino que todo el mundo la vió y le gustó, así que no veo por qué extenderme en descripciones. Esta obra es lo que se supone que debería ser Hollywood.

Y de Hollywood pasamos a Springfield. Los Simpsons no está en mi lista de lo mejor del 2007, pero eso no quiere decir que no sea recomendable. La película hizo que valiera la pena la espera. Fue un gran capítulo, lo cual es más que suficiente. Sin embargo, no fue lo mejor en cuanto a la animación. Yo me quedé pegado con otros largos animados que me parecieron más entretenidos y milagrosos en cuanto al potencial de este arte. Uno de ellos fue Pom Poko (eisei tanuki gassen pompoko, 1994) de IsaoTakahata, frecuente colaborador de un tal Hayao Miyazaki, y el mejor largo animado que he visto en mucho tiempo. Cuenta las penas que pasan unos "perros mapaches" (conocidos en Japón como Tanukis) quienes comienzan a perder sus bosques gracias al desarrollo urbanístico de los humanos, y deben recurrir a sus poderes mágicos (que incluyen, mas no se limitan a, inflar el saco testicular... si señores, así como leyeron) para salvarse. Esta agridulce comiquita está plagada de metáforas visuales que te hacen pausar y retroceder para apreciarlas mejor, y al final descubres que estás agotado emocionalmente, lo cual es un gran síntoma de que las cosas funcionaron. Siento hacer trampa y ponerla junto con otras del 2007, pero ni Ratatouille pudo contra esta maravilla. El segundo mejor largometraje animado fue la esperada Persépolis, basada en el cómic de Marjane Satrapi y dirigida por ella misma junto con Vincent Paronnaud. Aunque no tan emotiva como el material original, supo transmitir a la pantalla grande el corazón de esta autobiografía, cuya moraleja va algo así como que los iraníes también son gente. A pesar de su turbulento marco histórico y geográfico, es prácticamente una comedia. Yo la recomiendo de aquí a la China. Mi última recomendación animada es bastante infantil. Se trata de La Película de Bob Esponja, portadora de la banda sonora del año! (con Wilco, Flaming Lips, The Shins, Ween, Mike Simpson, et. al.) y ganadora de mi prestigioso reconocimiento al Deus ex machina de la década, con el propio David Mitch Buchannon Hasselfhoff salvando a nuestros héroes SpongeBob y Patrick en la escena final. Anteriores ganadores de este premio son: Mars Attacks! y The Lord of the Flies (aunque no estoy seguro que se trate de un deus ex...) Sé que estan pensando que me volví loco, pero si me hacen caso y alquilan esta payasada, les prometo que no les desilusionará.

Pero no todo lo que captó mi atención fue escapismo. El cine social nos restregó en la cara unas cuantas cosas que no sabíamos y que estoy contento por saberlas ahora. La más obvia es el documental de Al Gore. Piensa lo que quieras del tío, pero el mensaje es ineludible y el compromiso es moral. Sí, odio a las empresas que nos clavan todo más caro porque lo ecológico se puso de moda, pero se supone que somos más pilas que eso. Véanla y actúen. También pude ver otra que tenía pendiente: Hotel Rwanda. Esta película no tuvo más fama ni premios porque los protagonistas son negros. Sé que fue muy bien aceptada, pero creo que le faltó más apoyo mediático (mira quien habla, un tío que la vio 3 años después). Como pieza de entretenimiento es una limadora de uñas tan intensa que te hace sentir bien por contraste: por más que te quejes, estás muy muy lejos de sufrir lo que sangra África. Y aunque Don Cheadle acaparó alabanzas (merecidas, claro), creo que el director fue la pieza clave que evitó con buena mano que cayera todo por el fácil sendero de la explotación y la autocompasión. Este Hotel Rwanda es un oasis. Inolvidable.

Otros que se las vieron negras fueron los de Das Leben der Anderen (La vida de los otros), con su escalofriante paralelismo a la opresión fantasma que vivimos en Venezuela. Lo peor es que terminas aceptando al villano cuando descubres que es un simple peón de un sistema doblecara que muestra una u otra según las conveniencias (y antojos) de quienes llevan las riendas, y que en su interior hay un alma que actúa con el corazón y no con la ingle.

El pasaje más desolador del año no fue la grandiosa Children of Men (pues el ambiguo final da para debatir, y creo que nos permite respirar). La película más brutal fue Fast Food Nation de Richard Linklater. Si bien es un mosaico irregular, los trozos que encajan lo hacen con una ferocidad pasmosa. En este mundo, nos dice, todo está jodido. Come mierda y cállate y agradece que al menos tienes mierda que comer. Siento sonar demasiado Sean Penn/Tim Robbins por lo que voy a decir, pero esto no es un manifiesto vegetariano como muchos quieren interpretar, sino un grito contra la impecable homogenización deshumanizante de las empresas que manejan nuestras vidas y me apoyo en una pequeña escena en la que Greg Kinnear sale de su hotel y la tipa de recepción le hace una batería de preguntas al mejor estilo "do you want fries with that". Ella le dice: "Le gustó su estancia con nosotros?" y él responde: "pues, no". La tía no se inmuta, sino que sonríe esa asquerosa sonrisa de manual y procede a la siguiente pregunta como si fuera un robot. Da miedo, pero nada en comparación con las penurias de los mexicanos que cruzan la frontera a pie para ser vendidos como esclavos. Me toca la vena, coño. Hay que pausar y pensar en qué clase de mundo viven para llegar a un país extraño, estar hacinados hasta 15 en una habitación de motel de mala muerte, ser asignados a trabajos que parecen condenas del infierno, estar expuestos a peligros mutilantes y jefes vejatorios, ser negados como individuos, ganar míseros salarios Y TODAVÍA ESTAR MEJOR QUE ANTES. Y todo para que los demás tengan sus muñequitos en sus Happy Meals. El final casi me hizo llorar. Volviendo a Children of Men de Alfonso Cuarón (el omnipotente tras la cámara), dije que no era tan desoladora porque toda película que muestra un futuro tan pesimista parte de la idea de que aún no estamos tan jodidos. Aún se puede hacer algo. No sé por donde comenzar, si el guión o los actores o la dirección artística o esos planos secuencias. Todo es alucinante. Es la película que más envidia me ha dado en toda mi vida: es la que más quisiera haber hecho yo. Y eso es algo grande que decir, no por mí, sino por como queda en comparación con el resto de la filmografía universal. La puedo seguir llenando de elogios e hipérboles, pero no le hace falta. Esto es una roca maciza, un nuevo mojón demarcador.

Hablando de nuevas fronteras, me agradó estar del lado de la minoría que no acusó de pomposo a Darren Aronofski por su extraña meditación sobre la muerte. Creo que The Fountain es más para verla que para entenderla, ya que su ambiciosa tríada de relatos entrelazados es bastante "rubikcubecesca" para resolver, pero no lo digo como algo malo. Las pinturas más famosas del mundo contienen sus propios halos de misterio, y gustan porque transmiten algo con lo que uno puede identificarse, no porque las entendamos del todo. En mi caso, pude identificarme con el dolor por la pérdida de un ser querido, con la negación y con la aceptación. Uno se pregunta de dónde se le ocurrió a Aronofski representar dichas caras del alma humana, y en seguida agradece la poesía.

Ya vamos terminando.

Escuchen, hubo otro mosaico bastante divertido. Fue Paris Je t'Aime, una de las películas que más leña dio para conversar, más que nada discutiendo cuál fue el mejor segmento y estando de acuerdo en que el de la peluquería fue el peor. Para lo que no la han visto, Paris es un ejercicio que nace de un punto vanidoso: elegir a excelentes directores de todo el mundo para que muestren qué bella es la ciudad; y termina en uno agridulce: efectivamente es bella, pero tiene sus aristas. Después de todo, no le puedes pedir a Walter Salles que te cuente una de Cenicienta, o pedirles a los hermanos Coen que olviden la bizarra rivalidad entre gringos y franchutes. Paris Je T'aime tiene muchos matices y sorpresas (el lado romántico de Wes Craven, alguien?), es entretenida de principio a fin sin llegar a mover mucho, salvo por el corto final de Alexander Payne, en el que una solitaria turista norteamericana encuentra un momento de perfección pura ante la cara más simple de la vida. Payne es un mago: con un rápido movimiento de mano nos deslumbra. Puede que sea muy sutil para los gustos de todos, pero es un segundo que conmueve.

Y llegamos al tope de la pirámide para encontrarnos con una película de hace dos años! The Proposition.

He aquí de qué se trata: el sheriff de un pueblo infernal de Australia (siglo XVII? XVIII?) atrapa a dos de los tres hermanos de una pandilla salvaje y le hace la siguiente propuesta al del medio: ahorcará al menor el día de navidad a menos que le traiga la cabeza del hermano mayor y líder de la banda. El viaje que sigue es una perfecta amalgama de Shakespeare, Cormac Mccarthy y Sam Peckinpah, con salpicaduras de Apocalypse Now, a través de un desierto atroz que no se deja domar por la civilización inglesa y escupe darwinismo en cada esquina. No teman, que no se trata de un concurso de testosterona. El guión (del músico Nick Cave) evita todos los clichés que cabe esperar. (Nota: Nick, deja el piano y ponte a escribir más guiones que eres un sádico). El director, John Hillcoat, parece haber estudiado cine en los setenta, no por la estética, sino por los cojones: lleva su premisa hasta las últimas consecuencias (no crean que les he revelado nada). No en vano le han dado los derechos para llevar al cine The Road, el mejor libro del año, y seguramente, la mejor película del año que viene. Estén atentos y no se lo pierdan.

¿Qué me perdí yo?